Cuando llegamos a casa tras tomar una serie de fotografías y las visionamos, en ciertas ocasiones encontramos zonas de una imagen que tiene por si misma identidad aislada del resto, con lo que se nos crea la duda de si podíamos o no crear una nueva separándola de la original.
No importa que el ejemplo sea el más adecuado o no, lo interesante es apreciar que bajo nuestro criterio aquello que debíamos haber realizado antes de dispara podemos conseguirlo con una edición posterior ( aunque siempre es aconsejable realizarlo antes del clic [pensar los encuadres previo al disparo]).
En el ejemplo podemos apreciar que además del encuadre completo (tal como se disparó) se han extraído cinco nuevas fotografías a partir de él. Cuántas veces un recorte de una imagen la vigoriza.
Ese mismo beneficio se obtiene eliminando parcialmente sectores que no aportan nada al conjunto si no que pueden hasta restarle fuerza. Seamos críticos y exigentes a la hora de guardar nuestras fotografías utilizando además del dedo para disparar y los ojos para ver el objeto, el cerebro para corregir errores de los primeros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario