viernes, 10 de marzo de 2017











          Amanecer de fuego como prólogo a una casi olvidada mañana de primavera.

          Una llamada interna me lleva a realizar un relajante paseo por el cauce del rio. Un Turia con caudal intenso y rápido acompaña mi recorrido por una senda exageradamente tranquila, cruzándome con un mínimo grupo de ciclistas, que a moderada velocidad vienen y van siguiendo el mismo camino.

          El único sonido es el del torrente del rio deslizándose entre sus márgenes, como un arrullo tan solo en su velocidad, tranquilizante, y esa indescriptible combinación de trino de pájaros de diferente nota propio del campo, donde se confunde con el canto de chicharras, grillos y otros desconocidos orígenes de sonidos que le dan un sentimiento incomparable.

          La temperatura ronda los 25º no haciéndose pesada por ese sol y sombra que provoca las ramas y hojas de los árboles que en todo momento te rodean durante el paseo. Hierba fresca, con sus finos tallos recién nacidos, salpicada de pequeñas flores primaverales de intenso color,  plantas de diferente verde, múltiple en sus formas, arbustos, árboles de mil especies, con ese temblar de hojas provocado por una brisa deliciosa, troncos arrancados por el pasado periodo de viento intenso, con sus raíces exhibidas sin pudor, tumbados a lo largo del camino. Y la hiedra invadiendo por doquier las cortezas de árboles de gran envergadura.

          Toda una armonía pacificante que hace caminar sin prisa alguna, relajado, disfrutando de su natural entorno. Pequeñas retenciones provocadas por azudes, del agua del rio, que la hacen espumeante y oxigenada.

          Una continua llamada a mi atracción por la fotografía, que invita a la sucesiva búsqueda de disparos con mi cámara, disfrutando de un delicioso complemento al paseo. Ya en casa, su edición, ofrece un plus gratificante. Matizar cada imagen para hacerla mas expresiva si cabe.

          Tras ello, que mejor que un almuerzo exquisito en casa Concheta, regado con un refrescante vino tinto con gaseosa, y la charla siempre amena con Antonio, su propietario.

          El regreso a casa es como el cierre pausado de una increíble mañana de preprimavera.

 























 


 



 

 











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