viernes, 18 de noviembre de 2016

El final del exilio



          Divorcio igual a fracaso. Es sin duda la primera consideración que hay que reconocer. Y la siguiente, que en la inmensa mayoría de casos no hay un solo causante si no que ambos lo son.

          Y tomar la determinación, es algo a lo que se llega después de búsqueda tras búsqueda de soluciones sin resultado. Es algo traumático.

          Lo mas importante,  la ruptura de una convivencia de años, en la que se crearon lazos sentimentales que quedan cercenados y sobre todo la repercusión sobre la posterior relación con los hijos,  que en casos es demoledora.

          La tercera, económica. Un patrimonio logrado con esfuerzos, volatilizado y si la situación se produce con cierta edad, irrecuperable. Si añades tener que optar por el traslado de residencia  a causa de que en el "reparto" debes aceptar que tu vivienda futura esté situada en otro lugar geográfico, es la puntilla.

          Y ese fue mi caso. Lo relato por si puede servir de ayuda a algún lector con la recomendación de que ni se le ocurra divorciarse. Que pase el martirio en casa pero que no abandone su entorno. Mejor una vida independiente, sin relación, que un confinamiento.

          Faltando prácticamente un mes para cumplirse nueve años del inicio de mi "destierr", logro finalizar este dorado "exilio" obligado por el divorcio. Dorado y martirizante a la vez periodo de alejamiento obligado de todo lo que significaba querido para mi.

          Familia, ya reducida pero entrañable familia, la de mi hermana, siguiente en la escala de edad, con su descendencia, tan unidos como piel y carne.

          Mi entrañable amigo Toni, compañero desde la infancia, con el que he compartido tantas vivencias.

          Y muy especialmente mis amigos de la Nau Gran, a los que aprecio infinitamente y con los que comenzó el precursor de este viejo blog, "... el viejo olmo de la Nau Gran", inconstante y variopinta bitácora que nació hace casi 11 años.

          El final de una vida en común que se deterioró desde muy atrás, y la equivocada creencia de que separarme dañaría el mundo emocional de mi hija, prolongó innecesariamente tomar esa decisión. Error que pagué caro pero que al fin realicé.

          Mi vida en Oropesa tuvo su parte desmotivante, la  soledad de inviernos vacíos, en una playa muerta junto a las nuevas vivencias, la desubicación inicial, problemas económicos ligados a la coyuntura inmobiliaria, etc. así como, por contra, el encuentro de nuevas amistades, entrelazados con diversas actividades que me permitieron desarrollar capacidades que desconocía en mi, entre las que se encontraban una afición como la docencia, colaboración con Centros de mayores en las que figuraban las de pertenencia a órganos de dirección.

          La tendencia natural autodidacta me facilitó gran parte el desarrollo de estas facetas que hicieron llenar mis carencias emotivas. En este interín surgieron de forma ocasional encuentros sentimentales de distinta duración que llenaron mi soledad de ilusiones y sentimientos afectivos.

         Entre medias, contactos intermitentes con mis "amigos" y familia arrimaron leña a esa hoguera interior semi-ahogada, ayudados por mi carácter de natural optimista, manteniendo la ilusión de un cercano regreso.

         Y, sobre todo, los cortos y lejanos encuentros con mi Nico, oxigenaron mi sangre y mantuvieron activas las expectativas de  una vuelta no lejana a lo querido y ansiado, terminar el resto de carrera en el entorno deseado, mi Valencia vital.

         Grito mi personal: ¡ Ya soc aquí ...!, al mas puro estilo Tarradellas. pues hoy, tras ese paréntesis de nueve años como escribo al inicio, regreso a "casa", con la emoción de un reencuentro con todo lo que me era propio, mis orígenes y mi gente; lleno de pequeños proyectos que a pesar de lo cercano del regreso ya empiezan a tomar forma.

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