martes, 8 de agosto de 2017

La fotografía y los cromosomas

       
          En ocasiones la vida nos presenta circunstancias curiosas, como anecdóticos "déjà vu" ...

          Trato algo parecido a una órbita enorme en el tiempo relacionada con la fotografía y los orígenes, en éste caso mis propios orígenes. Desde que recuerdo de niño mi vida estuvo ligada a la fotografía a través de mi padre, fotógrafo de Estudio (con que detalle figura en mi memoria aquellos olores a revelador y fijador, a placas de negativo sobre cristal, enormes máquinas de fotografiar que pesaban una tonelada y que se trasladaban sobre guías, hoy piezas de museo, focos, decoraciones diversas, como si de un "mini-plató" de cine se tratara, el digamos "camerino" donde se vestían de novias o comunión o simplemente se arreglaron tantas novias y demás clientas para retrato .

          La iluminación consistía en dar color a las fotografías ya positivadas con pinceles delicadisimos de pelo de marta con colores similares a la acuarela, labor que realizaba mi madre,  evidentemente no se conocía la fotografía en color) y mucho menos lo digital. Todo era lo que ahora se le llama analógico o fotografía de celuloide (química) u otros soportes con sales de plata en vez de los modernos sensores electrónicos. Aparecían ciertas impurezas tanto en el cliché como mas tarde en el papel en forma de puntos oscuros o blancos que había que "retocar", habilidad que mi padre poseía y que refinaba el resultado final.

          Enorme entresuelo en el número 4 de la calle de Dn. Juan de Austria, cerca del teatro Apolo. Era conocido como Fotografía Rob. Coffé y formaba parte de los conocidos en aquella época como Julián LLopis, Ortiz, Julio Derrey, Plá, etc. y en ese ambiente transcurrió mi niñez hasta que por circunstancias el Estudio se cerró y no tuve tiempo de impregnarme cuando adolescente de ello.

          No me extiendo en el tema porque hoy a través de Internet se puede encontrar miles y miles de enlaces al respecto. Hice referencia porque es especialmente en los últimos años cuando renació en mi sangre aquella semilla prendida en casa y latente en forma de hibernación.

          Hoy la fotografía química es algo del pasado aunque como afición hay muchos que la siguen practicando, ejemplo especial en el Foto Club Valencia, y de la fotografía estenopéica ( lo mas primitivo pero divertido en la la captación de la imagen).

          Con la llegada de las cámaras digitales automáticas y manuales o semi-manuales ese mundo se transformó y hoy todavía su difusión a través de las cámaras en el Smartpfone, las redes sociales y los selfies, la memoria terrible ofrecida por los pendrives y las tarjetas de memoria donde guardar miles de imágenes, se ha disparado la toma de fotos.

          Por curiosidad algunas cifras: En Instagram se suben al día alrededor de 80 millones de fotos.  Facebook, propietaria de ésta en la última semana de 2012 se subieron 350 millones al día. Flíker, 8 mil millones ( corresponderían a 23 días de Facebook).

          Pero no nos equivoquemos, "echar fotos" o hacerse selfies no es generalmente tomar fotografías con arte aunque sin duda haberlos los habrá. Es como comparar una Pizzería con un 3 Estrellas Michelin. Son fotografías de recuerdo, de viajes,de celebraciones pero repito, salvo honrosas excepciones son fotografías sociales sin mas pretensión que decir, estuve ahí y con es/e/a/as/os ...

          Hago un alto aquí y seguiré por no provocaros sopor (más del que os haya podido causar hasta ahora). Para hacer digerible el texto acompaño unas fotografías tomadas hoy en Valencia:



































       

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