Ele nos dejó. Nunca más su corazón sentirá tras su dura piel los sonidos que llenaban su alma soñadora. Las vibraciones electrizantes del saxo, piano, batería y trompeta que le llegaban a través del Jazz. Rojilla sigue sola, una vez mas, su paseo por las emociones temporales.
Sus arterias dejaron de bombear la sangre que inundaba célula tras célula, su enorme cuerpo sensible. Quedará siempre en mi recuerdo su mundo compartido, pleno de suspiros y entrega. Sueños y esperanzas, hoy, definitivamente frustradas.
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